09 abril 2011

Zoé



En cada bloque de edificios de nuestra ciudad, sabemos que hay al menos una persona dispuesta a clavar en el suelo un “Prou”, un “Basta”. Lo sabemos sin haber hecho ninguna encuesta, lo sabemos porque hay algo que recorre todos los cuerpos y que no se agota en ellos.

Sin duda, es cierto, estamos cansados, casi al borde la extenuación, porque hemos decidido abandonar las ilusiones, las indignaciones y ponernos en ruta. Ésta no es nada fácil, no es un camino de rosas ni tampoco nos la han puesto ahí frente a nuestros ojos y bajo nuestros pies, bien adecuada a nuestros ritmos y latidos, hábitos. El mapa es la ruta. El calco en cambio llueve él mismo sobre mojado y quiere el error sobre lo equivocado. El calco es lo repetidamente bobo, la tontería sobre la que insisten otras tonterías. Todos tenemos calcos, ahora bien, algunos intentamos deshacernos de ellos como podamos y sabiendo que siempre andaremos con alguno, muy cerca, siempre acechándonos. Intentamos, decimos, deshacernos al fin y al cabo de otra forma. Esta otra forma no es La Original, sino la pequeña Zoé, por fin, que nos empuja a zonas, lugares que “en un principio” hubiéramos podido imaginarizar.

El “elemento” clave de la pequeña Zoé, la osada, ha producido por un lado un bloque de vida, y por otro, una hospitalidad virtual. La pequeña Zoé sabe perfectamente que este es de nuevo su tiempo, y ya comienza a afilarse. Ella puede y debe saberse fuerte contra las pretensiones de endurecimiento lineal óntico que provocan identidades, clasificaciones (esas obsesiones tan de actualidad), esas que erigen Rostros y trascendencias, Miradas de mierda y desaires gratuitos.

La pequeña Zoé atraviesa y rasga nuestra ropa de domingos de toda la semana y de toda nuestra vida. La hipocresía vestida de complicidad, la envidia vestida de adulaciones, la inacción vestida de excusas, la enemistad vestida de colegueo, las mentiras y las promesas revestidas de una nueva forma de obligación.

Caemos y caemos en retomar las ilusiones y vestirnos también de ellas, pero la vestimenta es demasiado pesada, larga, nos tropezamos una y otra vez hasta besar el suelo. Colocamos la trascendencia y la banalidad después y nos sentimos mucho mejor: Moverse sin un dónde, sin un cómo ni porqué y pretender hacerlo sin cuerpo alguno.

La pequeña Zoé es también aquello que no se nos deja ser. La pequeña Zoé es al mismo tiempo la insurrección, lo freak, la actividad, la voz antinarco del narcotráfico, la señora que grita al México Narcogore-financiero y policial con toda su fuerza, alma, corazón “pinches hijos de puta” en las calles de Distrito Federal. La pequeña Zoé es el tabú del tabú y jamás ella será normal, pues se gestó, desde su estado larvario, anomalmente y anormalmente. Zoé tiene la belleza de las Amazonas, del Amazona, de los Assesinos*, del valle del Ebro, de las marismas del Guadalquivir, del Gran Cañón del Colorado, la belleza de la impaciente paciencia de los samuráis y el dulce y amargo silencio de las geishas. Tiene la tenacidad de Atila, la garra de Luzbel y Lilith, la decisión de quien ya no quiere ocultarse, la elegancia de la imperceptibilidad de un cuerpo que no es reproducido por un catálogo. Posee la ferocidad del lobo y la rapidez de ataque, el vuelo del águila. Con todo, la pequeña Zoé es la brecha en la brecha y de la brecha, ella es lo temido incluso cuando nos tiende la mano, las dos manos, su cuerpo, su devenir, sus flujos sanos, libres. Ella se tiende hacia nosotros cuando lo Mismo del Neurocapitalismo, el Blurstaat, van acabando con nuestra vida haciendo de ella algo mierdoso, al punto de seguir prefiriendo lo decrépito, lo hediondo, porque sencillamente no hemos conocido y no queremos conocer, surfear una vida…la inmanencia, respirar Afuera.

La pequeña Zoé es quien cultiva flores en el Ártico, quien bebe arena del desierto, quien escribe poesía para el mundo con tan sólo una caricia, quien extrajo del fondo del pozo sin fondo la superficie más profunda, quien se bañaba desnuda en el asfalto de la Gran Vía de Madrid, quien leía libros al revés y exponía versiones increíbles, quien hizo de la palabra Revolución, tan atascada, incomible, una tortilla de patatas bien digerible y apetecible. Es ella quien dijo Ahora cuando todos decían “Mejor para mañana”, quien no se contradecía porque no poseía tablas de correspondencia, porque no era separación. Es ella quien de entre las losas de nuestras aceras post-metropolitanas hacía fotografías de selvas, nacimientos de ríos y encontraba nuevos bloques de vida. Es quien se quedaba a oscuras para ver mejor, quien cruzó el Océano Atlántico mil veces y quien, después de esto, llegó a tiempo para jugar al escondite en un pueblecito de Asturias. 

Zoé está más allá del bien y del mal, pero no más allá de lo bueno y de lo malo. Ella es él y ello y hace posible que hoy y siempre nosotros seamos otros y demos testimonio de ello; no como profetas, sino como multitud, como acontecimiento y como agenciamiento utópico. 

Ella es la Otra de Nosotros, la que deviene reafirmando el lanzamiento de toda una vida.

08 abril 2011

LET'S WALK!

30 marzo 2011

i-Revolt Manifest [English]

1.  We want the collective body to reactivate and reanimate, we want it to feel again, to get out of its emotive, affective and performative anesthesia. We want to construct us with graceful light bodies, throwing away the burden of injected indolence, of conformity with all what is dying and the existential indebtedness that financial capitalism imposes.

2.  We oppose the repressive device of States and debt-production-machines with collaborative nomadic assemblies for a no-Knowledge, utopia, ucronia and hospitalities production.

3.  We vindicate the access to all sources, data bases and products of the collective intelligence before the imminent creativity privatization and in reaction to financial expropriation of university spaces.

4.  Because of the huge quantity of infotoxicity, we mean the hyperpropagation of publicity, of marketing that goes through and parasites our bodies (including their psychic dimension), distorting desire, directing it towards a consumable object and binding it with Continuous Lack, we demand the withdrawal of all company billboards and State apparatus promotional campaigns out of our universities. For if we who generate wealth, also paying for it and for the access to itself, if we are those who definitely support the university, we are directly and within our rights those who must decide about the use of university spaces and not allow (despite euphemisms like “managing”, “organizing” or “administrating”) appropriation of both the money and the non-material wealth of this university, be the ones who appropriate high government employees or members of the bank directive groups.

5.  We consider inadmissible and unacceptable here, in the Universidad de Valencia, the existence of a “university office” propriety of Banco Santander Central Hispano. This office is only the sign that those who direct, officiate, order, organize, pollute and get the university into debt are banks. Then we claim the okupation of this office in order to build or enable a classroom for poetic, literary, theater creation workshops, etc.

6.  We join the fight waged in many other European cities against financial capitalism that fiercely invades every living space, saturating semiotic and materially our lifes, making them almost worthy.

7.  Like virtual cognitive workers, role that is already reserved to us according the dynamic of labor markets and pedagogic-business logic, we appeal to the collective intelligence like our weapon, calling the enormous cultural and esthetic-affective richness, willing to reduce sad passions that conform and penetrate the actual hegemonic epistemes.

8.  We assume insurrection like pacific, okupational and inventive insurrection. Pacific because obviously we don’t have weapons, and those who have them only use them to kill or wound everything that place in front of them. This way, our pacifism is not hippie, it is a tactic, active and mutant pacifism. It relies on the full conviction that weapons, which in fact are ours, are those from collective intelligence and from common creativity. We can reach the secrets of banks and governments, their data, we can hack their webs, create virus and block their communicational circuits. We know how to do it, because it’s our net.

9.  We wish a human, warm and compressive relation, by both sides, between professor and students, without preferences, based in academic curriculum, favoritism or grades elements, for the class finally to become an open community.

10.  In the financial protest context we propose different activities, starting by a series of literature, poesy, philosophy, etc, lectures, different workshops and spaces of discursive feedback inside diverse bank offices or, by defect, in different public sites or cafeterias. Activities information will be available at www.i-revolt.blogspot.com and www.universidadutopica.cjb.net

28 marzo 2011

Manifiesto i-Revolt

1  Queremos que el cuerpo colectivo se reactive y se reanime, que vuelva a sentir, que salga de su anestesia emotiva, afectiva y preformativa. Queremos construirnos con cuerpos gráciles, ligeros, arrojando el peso de la desidia inyectada, de la conformidad con lo mortecino y con el endeudamiento existencial que impone el neurocapitalismo financiero.

2  Oponemos al aparato de Estado y a las máquinas de producción de deuda un ensamblaje nómada de colaboración para la producción de no-Saberes, utopías, ucronías y hospitalidades.

3  Vindicamos el acceso a todos los recursos, bases de datos y productos de la inteligencia colectiva ante la inminente privatización de la creatividad y frente a la expropiación financiera de los espacios universitarios.

4  Debido a la ingente cantidad de infotoxicidad, es decir, a la hiperpropagación de la publicidad, del marketing que atraviesa y parasita en nuestros cuerpos (incluyendo en éste su dimensión psíquica), que falsea el deseo dirigiéndolo hacia un objeto consumible y ligándolo a la Continua Carencia, exigimos la retirada total de los carteles publicitarios de empresas y de campañas o promociones del aparato de Estado de nuestras universidades, pues si somos nosotros los que generamos la riqueza y además, tenemos que pagar por ella y por su acceso a la misma, si somos nosotros quienes mantenemos en definitiva la universidad, somos directamente y en derecho aquellos que deben decidir sobre el uso de los espacios de la universidad y no permitir que, a través de eufemismos como “gestionar”, “administrar”, “organizar”, se apropien tanto del dinero como de la riqueza inmaterial universitaria, sean los apropiadores altos funcionarios o miembros de los grupos directivos bancarios.

5  Consideramos inadmisible e inaceptable aquí, en la Universidad de Valencia, la existencia de una “oficina” universitaria propiedad del Banco Santander Central Hispano. Dicha oficina no es sino otra muestra más de que quien dirige, oficia, manda, organiza, ordena y endeuda en la universidad son los Bancos. Reclamamos, pues, la okupación de esa oficina con el fin de construir o habilitar un aula para talleres de creación poética, literaria, teatral, mesas de debate, etc.

6  Nos sumamos a una lucha llevada a cabo en múltiples ciudades europeas para contrarrestar el capitalismo financiero que se cierne ferozmente sobre cada sitio habitable, saturando semiótica y materialmente nuestras vidas, haciéndolas apenas dignas.

7  Como futuros trabajadores cognitivos, papel que ya se nos tiene reservado según la dinámica de los mercados laborales y la lógica pedagógico-empresarial, apelamos a la inteligencia colectiva como nuestra arma, convocando la enorme riqueza cultural y estético-afectiva, con el fin de mermar las pasiones tristes que conforman y penetran las epistemes hegemónicas actuales.

8  Asumimos la insurrección como insurrección pacífica, okupacional e inventiva. Pacífica porque obviamente no tenemos armas, y quienes las tienen las utilizan para el único fin de matar o herir a todo lo que se les ponga por delante. De este modo, nuestro pacifismo okupacional no tiene nada hippie, pues es un pacifismo táctico, activo y mutante. Nuestro pacifismo descansa en la plena convicción de que las armas, que sí son nuestras, que sí están a nuestra disposición, son las de la inteligencia colectiva y de la creatividad común. Podemos acceder a los secretos de los bancos y gobiernos, a sus datos, hackear sus webs, producir virus y bloquear sus circuitos comunicacionales. Sabemos hacerlo porque es nuestra red.

9  Deseamos una relación entre profesor y alumno humana, cálida y comprensiva por las dos partes, sin que prime el currículum académico, el favoritismo o el elemento calificativo para que la clase, por fin, devenga una comunidad abierta.

10  En el marco de la protesta financiera, proponemos diversas actividades, empezando por una serie de lecturas de literatura, poesía, filosofía, etc., así como talleres diversos y mesas de retroalimentación discursiva dentro de diferentes oficinas bancarias o, en su defecto, en distintos espacios públicos o incluso en cafeterías. Actividades cuya información estará disponible en www.i-revolt.blogspot.com y en www.universidadutopica.cjb.net

27 marzo 2011

Bifurcación 2 # Benazir F. Valdivia, Kjelfrid

El caracter universal del viejo lema “saber es poder” es hoy puesto en duda. Y no somos nosotros los que despojamos al saber de cualquier importancia performativa, ni que éste en sí no posea ninguna. Saber es poder pero sólo para algunos cuantos, para aquellos que controlan las circunstancias de su génesis y desarrollo, que deciden cómo se sabe y para qué, que se apropian del conocimiento y lo utilizan en su exclusivo beneficio.

¿Cómo es posible que en el horizonte global de prosperidad ilusoria, donde la educación se encuentra al alcance de la mayoría, donde las universidades apenas tienen espacio para satisfacer la demanda de formación profesional, donde la velocidad de propagación de la información se ha acelerado hasta tener la posibilidad de llegar hasta los lugares más remotos, seamos incapaces de ocuparnos de nosotros mismos? No es que pregonemos aquí algún tipo de discurso de autosuficiencia existencial, nos reconocemos más bien en un devenir social que es ineludiblemente político. El cuestionamiento precedente está dirigido ante nuestra conformidad, ante nuestra apacible aceptación de todo aquello que nos oprime y empobrece nuestra vida. En la fábrica-escuela se ha intentado neutralizar nuestros cerebros para toda acción subversiva y autónoma, convirtiendo el deseo que las mueve en incómodo y excesivo, reaccionario. Sin embargo, la realidad, a pesar de los intentos de manipulación de su experiencia que se llevan a cabo para representar un mundo más feliz que el que intuimos, la organización planetaria (y ya no ocupamos el vocablo “estatal”, porque con la transnacionalidad de los intereses económicos el Estado nunca se ha encontrado más indeterminado en sus límites tanto territoriales como de poder, el Estado se ha debilitado, o más bien, se ha inyectado y contagiado de intereses mayoritariamente capitalistas), nos parecen sofocante, o al menos así lo demuestrann la creciente patologización de la humanidad, las nuevas enfermedades de la época, la disminución afectiva ante la hiperestimulación sensorial y semiótica. Aún el optimista (por no decir iluso) más acérrimo ha podido reconocer en algún momento de su vida la decepción del “mejor mundo posible, éste, nuestro mundo capitalista”. Y es que las atrocidades de nuestra época no se dejan ocultar tan fácilmente, ni parecen encontrar un punto de feliz culminación, ¿por qué seguimos con las miradas bajas -sí, quizá indignándonos - pero sin atrevernos a levantar la voz, a tomar medidas al respecto?

Es cierto, tal vez en algún momento gran parte de nosotros confió en que colaborando con las estrategias industriales y empresariales, inscribiendo en la creatividad su marca por ejemplo, lograríamos un estado o proceso de bienestar. El proyecto se ha actualizado, nos encontramos bajo el dominio del capitalismo feroz, que ha colonizado todos los estratos en los que habitamos, se ha instalado en todas las naciones, sí, mutando, pero finalmente adecuándose y propagándose, infectándolo todo. Ante la ecuación que en algún momento se presentó como salvadora riqueza=producción, tenemos productos, una inmensa cantidad de productos incluso cognitivos que parecen impotentes ante la desolación que impera en nuestros entonos.

Unos dirán que indignarse ya es ganancia, pero ¿de qué sirve la ebullición interna si no se cristaliza en luchas concretas por un habitar más digno en la Tierra? Por otro lado, nunca ha habido más riqueza, aunque curiosamente esta sigue siendo imperceptible para la mayoría. Empleando la palabra “riqueza”, ateniéndonos a sus orígenes y a los contextos en los que funciona: la riqueza está asociada con el valor monetario o los bienes materiales, a la solvencia, a la comodidad y al poder; palabro que se escucha con frecuencia en las sociedades capitalistas. Pero la riqueza no es sólo la económica, que está concentrada en bancos, en manos de políticos corruptos, de héroes del marketing, de figuras públicas y de aquellos que están dispuestos a servir con su vida a la producción capitalista. La riqueza, entendida como multiplicidad, diversidad y abundancia, es también la cognitiva no sólo vista en términos de “conocimiento científico”, sino literario, poético, filosófico, artístico, etc. Apropiándonos de los términos un momento, y con esto reconociéndonos como habitantes de una época: producir discursos es producir mundo. ¿Qué pasa entonces si a pesar de las múltiples propuestas que surgen de la inteligencia colectiva, todo parece empeorar?

Podríamos decir que hay una doble cara de la situación actual, cuyo espacio medio o transitorio está configurado por los mecanismos de control que emergen y terminan en la malla orgánica de los sistemas de organización, aparatos de captura que hoy día se muestran como políticas de amenaza, producción de subjetividades enfermas y paranoicas, anestesia empática, ciertos tipos de producción deseante y la inserción de la competitividad en casi todos los sectores: familiar, escolar, laboral, etc. Mecanismos que se vuelven inapresables, casi incombatibles, pues cambian y se distorsionan con facilidad según la necesidad, sirviendo como barrera de protección entre la proliferación de discursos y prácticas virtualmente revolucionarias y el organismo metaestable que intenta contenerlas a rodas junto con nuestras prácticas cotidianas, modulando nuestras relaciones para y por el capital. Nos enfrentaríamos entonces a una realidad dividida por un gran abismo, el abismo saturado del control, y como las partes fragmentadas, en una situamos discursos artísticos, filosóficos, científicos de toda índole cuyo deseo que los mueve es el de procurarnos un hábitat más hospitalario, combatiendo o proponiendo, además de ser sitio también de las relaciones cotidianas, de nuestro día a día exhausto, alegre, cansado, indignado, frustrado, etc. En la otra parte, y como nivel supuestamente controlador y soberano, las decisiones políticas, los acuerdos internacionales de organización del espacio, de las fronteras geopolíticas, de la cronologización de los “grandes acontecimientos”, de los estatutos burocráticos, del “enemigo invisible”. Nosotros decimos que este modelo de realidad es el que le conviene difundir a quienes están en posesión del poder, y que no nos sirve para nada, sino más bien, impide el movimiento. ¿Por qué? Efectivamente los mecanismos de control ocultan a quiénes debemos pedir cuentas, dificultan la localización de las acciones, la creación de estrategias, etc. Pero no estamos completamente aislados ni somos totalmente incapaces de cambiar la toma de decisiones. Es posible lograr que los tiranos caigan, es posible cambiar el porvenir de una sociedad. Ha pasado en Oriente, está ocurriendo en el resto de Europa. Basta por ahora no tener miedo a perder la comodidad, la estabilidad precaria que nuestros sistemas nos ofrecen.

Por esto surge i-revolt, porque nos cansamos de esperar, nos cansamos de detectar mierda y no hacer nada al respecto. Creemos que es posible atravesar cualquier abismo, ya sea físico, semiótico o afectivo. Estamos dispuestos a mover y dejar movernos. Nos enfocamos en la lucha que es capaz de armarse con la inteligencia colectiva, a emplearla fuera de las expectativas del mercado, a subvertir con sus productos. Nos sabemos inmersos en un mecanismo pedagógico empresarial, pero nos resistimos a ver a la universidad totalmente colonizada y sujeta a estos intereses. Sabemos la importancia de los espacios en donde el saber se produce y crece, sabemos que, en un espacio donde los afectos alegres fluyen, se sensibilizan superficies en donde las prácticas revolucionarias pueden resonar y propagarse, que así es posible empezar a construir en movimiento y para el movimiento.

Bifurcación 1 # Antonio Miranda, Bólev

«El tiempo de la indignación ha terminado», dice Franco Berardi. Curioso decir esto cuando, en la inmensa mayoría de librerías vemos el libro de Sampedro titulado “Indignaos” y al mismo tiempo, hacía tiempo que una expresión no era tan acertada y necesaria. Bien, hubo un tiempo para indignarse, un tiempo en el que indignarse quería decir ser absolutamente sensible y atento a lo que sucede cuando lo que sucede es intolerable, abominable, en el completo y férreo contraste del cuerpo social que dormitaba, que permanecía sedado, anestesiado. Pero toda indignación, cuando la velocidad informativa – la intoxicación – , cuando el exceso semiótico, productivo, sónico se vuelve condición indispensable para el funcionamiento del capitalismo financiero, del hipercapitalismo, en fin, del neurocapitalismo, como queráis, el cuerpo se colapsa, se satura y deja de funcionar por sí mismo. Entonces, a través de ese colapso sólo se producían indignaciones vacías, instantáneas, sin ningún grasping o agarre o soporte en el imaginario colectivo así como en la realidad de los cuerpos. La indignación, así vista, era clara y sencillamente un automatismo, algo que saltaba únicamente porque era de esperar – frente a otros - , porque era lo que había que hacer – mecanismo moralista, de repetición - . Por cualquier motivo, pero jamás por un click fuera del circuito estímulo-respuesta mediático, financiero y Discursivo. Ahora esa indignación pasa del circuito estímulo-respuesta al circuito fabricado por el neurocapitalismo de excitación-frustración.

El cerebro es un campo de batalla, así como lo que batalla y combate. Todos los dispositivos de control neurocapitalistas buscan el cerebro más eficiente, el cerebro más rápido. Dado que este cerebro no se encuentra en un individuo concreto, a éste se le asignan fines que alcanzará a través de otra cosa distinta del cerebro “dividuado”, personal. Es el cerebro colectivo o, si se quiere, la inteligencia colectiva quien tiene hoy la fuerza, la potencia de crear la mayor riqueza jamás conocida, precisamente por su cooperativismo, su a-centralidad y velocidad. Y resulta que, esa riqueza se la apropia una pequeñísima, ínfima parte de toda la población mundial. Esa riqueza (psíquica, ambiental, social, etc.) creada por la inteligencia colectiva, por todos nosotros, desaparece, vuela, se esfuma. No recibimos más que residuos envenenados de ella, nada, ni siquiera migajas. ¿Qué se hace con esa riqueza? Desde luego, no generar más riqueza. Ésta es destruida por el tipo de agenciamientos despóticos, demenciales, genocidas, que la economía política y los flujos de capital financiero permiten y habilitan, circuitan, canalizan y fomentan.

Ahora, en un giro especulativo (económicamente hablando) recibimos la noticia de que Inglaterra ha eliminado un enorme porcentaje de los visados para estudiantes extranjeros. ¿Por qué? La respuesta es bien fácil: Ese porcentaje de visados libres quedan a disposición única de aquellos individuos que sean multimillonarios y que deseen vivir y depositar el dinero en los Bancos de Inglaterra. Es absolutamente lógico, y terrible que así lo sea, sí. Lógico digo porque esa supresión se debe al “exceso de cerebros” – el gobierno inglés dice que tiene demasiados – y la falta de capital financiero que es quien atrapa a esos cerebros; Una muestra más de que la inteligencia colectiva, la nuestra, la de todos y de nadie, es capturada y dirigida en función de los intereses, de los objetivos y controles tanto como del proyecto antiproductivo de riqueza de la clase financiera del neurocapitalismo.

Sabemos que pagamos impuestos y que no sabemos en qué se gastan, sabemos que España vendió armas a Libia por millones de €, sabemos que los políticos, nuestros políticos, tienen privilegios económicos y sociales (que el resto de ciudadanos no tiene, ese privilegio de hundirnos cada día más en la miseria psíquica, corporal y social, del privilegio de jodernos continuamente. Sabemos que se gastan millones de € en construir circuitos de fórmula uno, en todo el tinglado de las Fallas, y por supuesto no es para “la ciudad de Valencia”, sino para los políticos empresarios y los empresarios políticos. ¿Cómo, en cualquier caso, hemos llegado a anteponer eso que se llama “tradición” a la actualidad de la miseria y a aquello que nos es brutalmente actual? En fin, sabemos que las decisiones sobre economía se toman en Bruselas, que los políticos son delegados, decisiones por cierto que jamás nos han beneficiados. Sabemos que no existe ya ni la izquierda ni la derecha, si no es modo de fantasmagorías peridiscursivas para tener controlado el electorado, incluido el potencial, así como para inyectar “creencia” de que la democracia hoy, es el mejor sistema político de la historia de la humanidad. Sabemos que nunca como en esta era – que denomino ultranuclear – se producen tantísimas depresiones, tantísimos suicidios, asesinatos, alcoholismo y drogadicción, más incomunicación a pesar de suponernos hiperconectados – bajo cierto régimen - , más cerca de todo lugar y a la vez tan lejos de los afectos que atraviesan y sobrevuelan esos lugares. Sabemos que es un abuso y una explotación eso que llaman “trabajo temporal”, sabemos que con el euro hemos perdido y seguimos perdiendo poder adquisitivo, pues los precios han subido y los salarios se han dejado tal y como estaban antes de la entrada de esta moneda, intactos. Sabemos que las últimas burbujas financieras han sido producidas por el neurocapitalismo vía sobreestimulación y sobreexcitación del cerebro puesto a trabajar, y una vez exprimido, se sabía que su colapso era inevitable. Sabemos y conocemos muy bien que el aparataje laboral-empresarial-universitario se nos insta a la “formación permanente”, que es exactamente lo mismo que decir “circulación del capital permanentemente a través de productos ‘formativos y curriculares’, identitarios y de sujeción”. Sabemos que la universidad va siendo cada vez más, junto con las escuelas e institutos, el espacio de desidia, apatía y repetición-representación por excelencia, tanto de los saberes dominantes como del poder, ambos en doble cruce. Este espacio apático, es construido sobre una enorme red de desatención existencial, hacia uno, hacia el Otro y hacia lo que nos constituye.

Todo esto ya lo sabíamos. Pero aun así, preferimos no despertar y taparnos la boca para no poder decir – y a veces ni siquiera pensar – que es suficiente, que se acabó. Tal vez por miedo a perder nuestra comodidad que proviene de la más terrible y peligrosa conformidad con la actualidad. Hemos perdido toda acción virtualizante. La perdemos porque deseamos perderla. Nos hemos concedido ese derecho, nos hemos conformado, también, en él. La comodidad incluso nos aparece como perfecta excusa con tal de no moverse. Digámoslo de otro modo, la comodidad en el capitalismo financiero es la ausencia total de una voluntad de disfrutar y degustar – como dice un apreciado compañero – el menú completo de la vida.

Finalmente, exhortamos desde esta humilde posición una insurrección colectiva, como ya acontece en Grecia, en Londres, en Francia, en Italia. Sublevarse porque la riqueza del mundo de la vida – y no de la Muerte S.A. – es nuestra. Y la vida, ya nos la están arrebatando. Si Zapatero considera que salvar a los Bancos es salvar a las personas, nosotros preferimos no ser salvados, huir de esos asesinos déspotas y miserables, para que mientras huimos y hacemos huir, se hundan ellos de una vez por todas. Gracias.